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domingo, 1 de marzo de 2015

La chica de los ojos llorosos.

La chica de los ojos llorosos iba a mi clase. Se sentaba tres sillas para atrás y una a la derecha de donde me situaba yo. En ese marginal lugar al lado de la pared.
Nunca la miré. Jamás vi que alguien la mirase.
Pasaba desapercibida fuese donde fuese, hiciese lo que hiciese.
No participaba en clase ni se levantaba de su sitio cuando todos lo hacían. Y aún así nadie parecía fijarse en ella.
Solía escribir en silencio sobre un cuaderno de tapas duras. Nunca sonreía. Jamás de los jamases hablaba. Solo se oía salir el sonido del bolígrafo con el papel salir de donde ella se situaba. Ni siquiera parecía respirar.
Quizás tenía miedo.
A algo.
O quizá era demasiado niña todavía.
Y temía a monstruos que no existían, o lo hacían escondidos entre nosotros, hablándonos para camelarnos y después comernos.
Muchas veces me daba pena.

Cuando caminaba por el patio del instituto, lo hacía sola. Mirando el suelo. Procurando volverse gris, una sombra de sí misma. Pidiendo silenciosamente no existir.
Cuando le daban balonazos levantaba la mirada y observaba a su oponente unos microsegundos antes de bajar la mirada de nuevo.
Una vez yo fui su oponente.
Le dí sin querer. solo se me escapó el balón. Lo juro sobre todas las cosas. Nunca quise hacerla daño.
La pelota rebotó en su cabeza y cuando levantó la mirada me fijé en que sus ojos no reflejaron ira. No reflejaron nada. Estaban vacíos. Casi tanto como vacía estaba ella.
Y sus labios pronunciaron una frase ante mí.
Un "lo siento mucho" demasiado silencioso resbaló de su boca hasta llegar al suelo y fundirse entre tanta porquería.
No comprendí a qué vino esa disculpa. Creo que ni ella lo supo.
Y yo, ingenuo de mí, no me atreví a preguntárselo.

Un día esa chica no volvió a clase. Se cambió de instituto, eso nos dijeron.
O eso nos hicieron creer.
Sinceramente, espero que fuese así y que no le hubiese pasado nada malo.

No me acuerdo de su nombre, y eso que hace menos de un año venía a clase conmigo y se sentaba allá donde nadie mira.
O donde se cree que nadie mira.
Me arrepiento de ello.

Oh, sí. La chica de los ojos llorosos y vacíos que nunca significó nada para nadie, al desaparecer dejó un hueco en mí.
Y eso que solo hablé con ella una vez.
Y nunca la mire en clase.
Y jamás me atreví a hacerlo.

2 comentarios:

  1. Holaa, a ver, he leido esto gracias a un spam sorpresa en whatsapp y la verdad, es que me alegro. Escribes genial y me encanta, no h ay nada mas que decir.

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  2. Holaa, a ver, he leido esto gracias a un spam sorpresa en whatsapp y la verdad, es que me alegro. Escribes genial y me encanta, no h ay nada mas que decir.

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