Bajas del autobús y miras al cielo.
Está oscuro, son las
nueve. Llegas tarde.
Das dos pasos y las puertas del autobús se cierran tras de
ti. Se va dejándote en la nada.
Caminas alejándote de la marquesina.
No se oye nada, solo el ruido de los coches a lo lejos.
Un aire gélido hace que se te empiece a caer el moquillo. Te
abrochas el abrigo hasta arriba y seguidamente buscas un pañuelo, que, cómo no,
no tienes.
Ves tu casa a lo lejos, y empiezas a acelerar. Las luces
están encendidas.
-Mamá estará preparando la cena y papá estará a punto de
llegar- Dices en voz alta.
A cada paso que das, todo empieza a provocarte un miedo
infantil.
El viento empieza a aullar.
Los árboles gimen y se agitan a tu paso.
Empiezas a titiritar. Quizá sea por el frío… o por el miedo
de que alguien salga de las sombras.
Te paras y miras hacia los lados. Nada.
El viento para de golpe. Todo queda en silencio.
A lo lejos ves a alguien acercándose.
Estás a punto de salir corriendo cuando la luz le alumbra y
ves que es un señor mayor. O eso parece, ya que un sombrero de lana le oculta
casi todo el rostro.
Pasa a tu lado, tarareando una canción desconocida para ti.
Corres. Se te sigue cayendo el moquillo, pero te da igual,
quieres llegar cuanto antes a casa.
Te paras frente a tu portal y empiezas a buscar las llaves
en los bolsillos.
Encuentras una flor ya marchita… Una moneda anticuada… Al
fin encuentras el llavero del conejito y lo sacas. De él cuelgan unas llaves
bastante descuidadas.
Te giras para ver si te siguen y te fijas en todas las
sombras tenebrosas que forman los objetos de la calle.
Con el corazón latiéndote a mil por hora agarras la llave
del portal y la metes.
La giras para abrir la pesada puerta de hierro macizo y
entras dándote con el pomo en las la tripa.
La cierras de golpe. Pese a estar atemorizado, miras a
través del cristal hacia fuera.
Solo oyes tu corazón durante unos segundos, antes de que
subas a trompicones las escaleras y
llames al timbre de tu hogar. Dulce hogar.
Me gusta mucho tu blog! Y no creo que seas tan rara (comparada conmigo =P ). Ya te estoy siguiendo.
ResponderEliminarYo también escribo un blog, pásate y comenta si te apetece =)
Un beso! ^^
Cuanta razón, lo que escribiste en esta entrada.
ResponderEliminarMiedo da. Cuando son las tantas de la noche y no ves a nadie, solo tu, caminando por las calles oscuras. Y con los ruidos qué se escuchan, es normal qué entre ese pánico, ese de salir corriendo y saber si esconderte en la esquina de un edificio o de un muro y saber qué tu corazón late más que tus pulsaciones.
Por cierto acabó de empezar a leer tu blog, y decirte que me encanta todo.
Besos :)