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sábado, 10 de enero de 2015

Mi profunda oscuridad.

Escribo mis memorias desde este lugar sin nombre.
No veo la luz al final del túnel. Solo veo noche. Noche negra. Como esa en la que se esconden los monstruos, aunque esta vez no son monstruos lo que temo.

Todo está oscuro. Oscuridad  que penetra en mis ojos, pasando por mis venas hasta llegar a mi corazón. Un corazón que dejó de latir hace tiempo. Está muerto, como todo lo que me rodea.
No me gusta esta oscuridad. Produce una sensación extraña a la vez que reconfortable. Quiero dormir.
Cerrar los ojos.
Acurrucarme en el suelo o lo que creo que lo es.

He tocado fondo muchas veces. Y lo único que he aprendido de ello es que no existe un tal fondo y que siempre puedes caer más.
Odio esta sensación de vacío. Eso de no tener un motivo para seguir, para luchar y avanzar.
Posiblemente pronto ya deje de tener esa sensación. Probablemente lo dé todo por  acabado y vea al fin la luz de la que todos hemos oído hablar.
Pero ahora mismo, estoy escribiendo esto y esperando que alguna vez lo leas tú. No creo que sea capaz de vivir a oscuras mucho más.
Nadie es capaz de vivir sin luz y yo ya llevo haciéndolo demasiado tiempo.

No puedo más. Creo que esto es un adiós.
A quien lo lea, si es que lo lee alguien, solo quiero que sepa que soy un cobarde incapaz de enfrentarme a los monstruos que acechan de entre las sombras. Y sé que cuando tú estés aquí, en este mismo lugar y leas estas palabras pensarás lo mismo de mí. Pero yo sé que tú eres más fuerte de lo que he sido yo nunca. Sé que podrás con todo esto.

A veces oigo a la muerte. Me llama desde la zona más profunda de mi interior. Quiere apoderarse de mi alma ya desgastada. Yo me alejo de ella o hago oídos sordos, pero cada vez se va acercando más. A veces llega a susurrar en mi oído, con una voz profunda: “ven conmigo”.

Tengo sueño, mucho.
Creo que ya va siendo hora de dormir.
Será lo mejor para todos.
Y para mí.
Cierro los ojos despacio, paso de ver la oscuridad a sentirla.
Silencio.
Tranquilidad.
Y, de golpe, un haz de luz ilumina todo lo negro.
Ahí está.
Es muy cálida y tan bonita que soy incapaz de describirla.
Me voy hacia ella. Despacio. Sin temores ni miedos.
Al fin, salgo de la oscuridad en la que me he convertido. Soy yo otra vez de nuevo. Vuelvo a ser feliz.

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