Abrió la puerta.
El pequeño cuarto de baño resultaba acogedor.
Entró cerrando la puerta tras de sí y se miró en el espejo.
Era una mujer hermosa. El pelo oscuro le caía como si fuese
una cascada sobre sus hombros. Los pómulos se le habían marcado mucho
últimamente y sus ojeras grisas hacían resaltar sus ojos castaños. “Muy
comunes” como decía ella.
Apartó los ojos del espejo y se dispuso a quitarse el
vestido rápidamente. Este cayó al suelo dejándola sin apenas nada que cubriese
su cuerpo.
Se volvió a mirar en el espejo y una lágrima cayó por su
mejilla.
No podía más. Se odiaba a sí misma.
En un arrebato le dio al espejo rompiéndolo en miles de
pedazos.
Ella cogió un trozo, y mientras las lágrimas bañaban su
cara, la sangre comenzó a bañar sus muñecas…
…Y ese cuerpecillo escuálido, demasiado gordo para
ella; demasiado flaco para todos, cayó
inerte al duro suelo.
Querida Andy:
ResponderEliminarMe has fascinado con tu personalidad y tu cualidad de adolescente diferenciada. Me has recordado a mí mismo cuando tenía tu edad, me encantaba escribir, anotar mis reflexiones, componer poemas.. nunca dejes de hacerlo; escribir, para las personas reflexivas como nosotros, es como respirar. Hace que vaciemos nuestras almas y miremos en nuestros corazones. Pero no hagas de ese mundo paralelo un refugio. Que la realidad sea un lugar amable donde vivir. Tienes unos bonitos relatos, enhorabuena, amiga.
Donaire Galante
gracias. Y seguiré escribiendo para la gente~
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